domingo, octubre 19, 2008

enma ai



Ai se nos presenta al principio como una joven taciturna, que no hace alarde de ningún sentimiento propio. Se limita a cumplir con su trabajo sin emoción, a pesar de que este consista en condenar a las almas de aquellos a los que va dirigida la venganza a una eternidad en el infierno. Cuando no está trabajando, la podemos ver bañarse y jugar en la tierra crepuscular donde vive con su abuela. Aun así, siempre muestra una expresión de profunda apatía, lo que nos demuestra que en el fondo no es feliz con lo que hace.

Cuando Ai era pequeña vivía en una aldea en Japón. Sentaro Shibata era su primo y amigo de la infancia. Sentaro era muy protector con Ai, una niña considerada un monstruo en el pueblo por sus poderes sobrenaturales, y maltratada y temida por ello.

Existía una costumbre en aquella región, sacrificar una niña de siete años al dios de la montaña cada siete años, para lograr su protección. Cuando el momento llega, Ai es la elegida. Sentaro se enfurece y acusa a los aldeanos de escoger a Ai a propósito por sus peculiaridades. Entonces los padres de Ai deciden esconderla y le piden a Sentaro que se ocupe de llevarle comida y ayudarla, ya que él es el único que puede hacerlo.

Esta situación se mantiene durante 6 años en los que una fuerte hambruna sacude al pueblo. Sentaro se siente culpable, creyendo en cierto modo en la superstición del pueblo sobre el dios de la montaña, ya que él sabe que Ai no fue sacrificada, pero aun así no traiciona a Ai, por la que parece sentir fuertes sentimientos.

Un día, mientras Sentaro acompaña a Ai a darse un baño, los aldeanos los descubren. Al abandonar todas las noches la aldea en secreto, ha levantado las sospechas del pueblo. Ai y sus padres son atados y golpeados, y arrojados a una fosa. Sentaro es obligado a tirar la primera paletada de tierra para enterrarlos vivos. Ai está consciente mientras Sentaro arroja la tierra y se siente terriblemente traicionada, ya que él había jurado que la protegería. Jura vengarse de todos ellos, y Sentaro huye.

Una noche que Sentaro sale del pueblo, encuentra a su regreso el pueblo entero en llamas. En el medio, Ai le va prendiendo fuego a las casas, cantando. Loco de culpa, Sentaro escapa del pueblo.

Como castigo por su terrible venganza, Ai es condenada a trabajar como Jigoku Shōjo, llevando la venganza a los demás, pero suprimiendo siempre sus propios sentimientos... o aquellos a los que amó vagarán por el infierno durante toda la eternidad.

Enma Ai no trabaja sola. Vive en una casa en una dimensión desconocida donde el día está detenido en el ocaso, con su abuela (a la que nunca llegamos a ver, pero de la serie se deduce que es la misma araña que la castigó por sus pecados) que le recuerda sus tareas. Ai también cuenta con la ayuda de sus asistentes. Cuando no están de servicio permanecen en la forma de tres muñecos de paja, si lo están asumen la forma de Ichimoku Ren, un joven muy atractivo en ropas informales, Hone-Onna, una bella mujer que viste un kimono, y Wanyuudou, un viejo con un sombrero y una bufanda roja que se convierte en el mismo muñeco que Ai entrega a cada cliente. La ayudan durante la escenificación de los peores miedos y pecados de aquel que será llevado al infierno, que alcanza su clímax cuando Ai (vestida con ropas tradicionales japonesas con un motivo floral) los envía al infierno. También ayudan a investigar la verdadera naturaleza del caso cuando la causa del solicitante parece sospechosa.

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